La obesidad


Mal de muchos

 Por: Joaquín Reyes Posada

Hipócrates, el padre de la medicina en Grecia, hizo famosa esta frase: “Que el alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”. Y el médico medieval Paracelso afirmó: “La dosis hace al veneno”. Con estas nociones, nos interesa plantear en el presente boletín, la necesidad de procurar cada día una dieta balanceada en nutrientes, entre ellos vitaminas, aminoácidos y minerales esenciales, así como evitar los excesos de la llamada comida “chatarra” que deteriora la estructura de la célula y ocasiona enfermedades. Comer frutas y verduras ricas en fibra, evitar las bebidas carbonatadas y alimentos con hormonas sintéticas, esteroides y anabólicos, es fundamental para lograr el equilibrio nutricional y por ende, una buena salud.

Aunque la literatura médica sobre los efectos del sobrepeso y la obesidad se han divulgado de manera generosa, aún falta insistir una y mil veces en el peligro que reviste tal aspecto. La obesidad es una epidemia. En Estados Unidos causa preocupación y mueve la conciencia ciudadana en torno a la reflexión sobre los riesgos de padecer la enfermedad. A su vez, incentiva a científicos, médicos y nutricionistas a continuar investigaciones sobre los efectos despiadados en el organismo y sus diferentes sistemas. En razón a las causas del sobrepeso y la obesidad, se han dedicado a recomendar dietas que correspondan a un balance nutricional perfecto, la práctica de ejercicio físico, vivir sin sobrecarga de stress y angustia, moderar el alcohol y tabaco y evitar las sustancias alucinógenas.

El exceso de peso afecta el sistema cardiovascular. Normalmente las personas obesas registran altos niveles de colesterol y triglicéridos. Las llamadas lipoproteínas de alta densidad o colesterol bueno, deben superar a las de baja densidad o colesterol malo. Cuando la relación es inversa y prima un exceso de colesterol de baja densidad, sumado a los altos niveles de triglicéridos, el riesgo de adquirir la enfermedad coronaria aumenta. Igual sucede con los accidentes cerebrovasculares, que en ambos casos producen la mayor parte de muertes lamentables y que podrían evitarse con buena nutrición y ejercicio físico. El cuadro clínico se complica porque la obesidad puede causar diabetes, problemas óseos, fatiga crónica y mal funcionamiento del sistema digestivo. La nutrición óptima debe contener altos niveles de fibra soluble e insoluble, minerales, vitaminas y aminoácidos esenciales, dentro de una sinergia nutricional que garantice que el organismo funcionará de manera adecuada, generará anticuerpos y fortalecerá el sistema inmunológico.

La mejor terapia contra la obesidad supone un cambio de hábitos alimenticios, disminuir, e incluso evitar para siempre, la llamada “comida chatarra” de bajo poder nutricional, grasas saturadas, alimentos fritos, colorantes, la vitamina “Ch”: churros, chorizos, chunchullo, el exceso de harinas, la mezcla de arroz, papa, yuca, plátano frito, etc. Un adecuado balance de nutrientes es la única forma de controlar el peso, vivir con salud y bienestar y lo más importante, evitar las enfermedades que resultan del desbalance nutricional. Piense en su futuro, estimado lector, decídase por una nutrición sana y cambie los hábitos de consumo de alimentos procesados por la industria, que en la guerra de etiquetas ofrece toda clase de alimentos cuyos compuestos químicos, preservativos y colorantes, diezman el sistema inmunológico y disminuyen las defensas naturales del organismo, permitiendo que las enfermedades se apoderen de nuestro tiempo.