Prestigio, poder y riqueza


¿La riqueza es un valor supremo?

Por: Joaquín Reyes Posada

En este mundo estamos invadidos de paradigmas, mitos, experiencias personales, creencias y valores que inciden en la manera de entender la realidad por parte de las personas. Esa mirada de los hechos de la vida se inicia desde pequeños. Es la herencia que se recibe de la familia, del aparato educativo, de las relaciones interpersonales. Y como se trata de aspectos casi mágicos, los dejamos en la conciencia sin hacer un mayor estudio de su veracidad.

Las personas buscan siempre prestigio, poder, riqueza. Construyen su vida dependiendo de las bases que reciben. Es impensable que un niño nacido en un área abandonada, con escasos recursos económicos, sin acceso a la educación, la tecnología y los adelantos de la ciencia, pueda desarrollar una personalidad de magnate. La riqueza no es un concepto entendible para él y mientras viva en ese ambiente, será precaria su condición de vida.

La gran paradoja es el lado opuesto de la moneda. Los paradigmas en torno a la riqueza son manejados por los medios de comunicación, que divulga la forma de vida de los más ricos en el mundo, como si eso fuera importante. En verdad es inoficiosa tal información, en un contexto donde la mayor parte de los habitantes del planeta viven en condiciones difíciles.

La riqueza es una categoría que no sirve para explicar la verdadera dimensión del ser humano. Si sólo de eso se trata, es posible que estemos hablando de personas con muchos bienes materiales, pero pobres en el plano individual, sus sueños trascienden por los yates que poseen, las colosales cuentas bancarias, joyas, ropa fina, extensas propiedades donde se ocultan.

La riqueza en este caso, no es un privilegio sino una condena, esos magnates se dedican a amasar fortuna y defenderla, pero no gozarla en forma libre, son esclavos llenos de lujos que con el tiempo se van quedando solos y sin ambiciones.

Es mejor disfrutar otros valores de la existencia como los que entrega la cultura, cuya abundancia de creaciones y obras es ilimitada. Ojalá algún día el beneficio del trabajo cultural pueda llegar a formar parte de todas las personas, sin distingo de ninguna clase. Esa es la verdadera riqueza.